Licor, Amor y Jazz.

Era una noche cálida, en una ciudad cualquiera a la que no le restaba ni sumaba importancia, simplemente estaba allí tratando de pasar el rato, tomar algunas copas de vino en aquel bar al que solía ir todos los viernes por la noche y tal vez "enamorarme" de alguien que le diera a mi vida una vuelta de 180 grados por solo esa noche. Buscaba algo espontáneo, algo efímero como el cigarrillo o como el amor. Algo que no dejara ese horroroso nudo en la garganta a la mañana siguiente, que al recordarlo sería solo eso: un recuerdo más que no marca, que no duele. A la segunda copa de vino encontré lo que anhelaba encontrar desde que se ocultaba el sol. Sonreí al instante. No tenía planeado encontrarlo tan rápido, es más no tenía planeado encontrarlo esta noche. Me llené de alcohol y curiosidad, una combinación un tanto peligrosa para los solteros que frecuentan los bares en busca de amor disfrazado de una noche de aventura. No estaba muy segura del si ir o no hacia él, así que decidí dejarlo en manos del destino; una copa más, una moneda, cara: me acerco, cruz: lo dejo ir, un trago largo de aquel vino blanco y la moneda al aire. Abrí mis manos para poder agarrar la moneda y un segundo antes de que cayera en mis manos, alguien la había tomado. Desconcertada y con un poco de rabia subí la mirada hacia el rostro de aquella persona que había cogido mi moneda tan atrevidamente. Era él, mi tan anhelado deseo.  "¿Te invito una copa?" Me propuso él terminando su frase con una bella sonrisa coqueta, accedí. No apartaba la mirada de mi, sobretodo del escote que llevaba en la espalda. Al bajar cada vez más la mirada, mordía su labio inferior, mostrándome sus oscuras intenciones. Una copa de vino tinto llegó a mis manos. Sonaba Jazz de fondo, haciendo que la tensión del momento alterara más y más mis hormonas que ya de por si el vino había despertado.
"El sonido de saxofón me vuelve loca" dije ya un poco entrada en calor, dejándome llevar por ese melodioso sonido, moviendo involuntariamente mi cuerpo, cerrando los ojos para así convertir aquel momento en mio. Al abrir mis ojos me topé con los suyos, sonreía complacido. Se acercó lentamente a mis labios pero no tan cerca como para terminar en un beso. Notaba su respiración acelerada y sus ojos buscaban los mios, pidiéndome permiso con la mirada. Puso su mano sobre la mía, tembloroso me apretaba los dedos en ocasiones, "que tipo más extraño" pensaba mientras su boca seguía a unos pocos  centímetros de la mía. "¿Qué esperas para besarme?" Me decía mirándome a los ojos y luego a la boca. Quedé atónita. No sabía que hacer en esa situación, puesto que ningún hombre en sus cabales (él no había tomado ni una copa) me pedía tal cosa. Me acerqué a él, dejándolo deseoso de mí, sin darle siquiera un ligero roce de mis labios con los suyos. Solo me quedé mirándolo esperando a que enloqueciera y diera el primer paso. En aquel momento sonaba what a wonderful World de Luis Armstrong, coloreando nuestra vida, ambientando el lugar. Me extendió la mano, sinónimo de querer bailar conmigo, acepté colocando mi mano encima de la suya. Nos dirigimos al centro de la pista, coloqué delicadamente mis manos, una en su hombro y la otra en su mano izquierda. Noté como su mirada cambiaba de una pasional, a una dulce y tierna, extrañamente no podía apartar mis ojos de los suyos, mientras una ligera sonrisa se asomaba en su rostro, teniendo como secuencia una sonrisa dibujada en mi rostro. No hablamos durante esos minutos que duraba esa hermosa melodía y no era necesario, pues parecía que el silencio nos conectaba de formas que las palabras no podían. Sentí que en sus brazos el tiempo se detenía para los dos, que la felicidad era infinita cada vez que sus ojos deslumbrantes sonreían al verme tan de cerca. Al acabarse la canción, seguíamos mirándonos, sonriendo y bailando, sin importar que, sin importar si las personas nos observaran extrañados. Él se detuvo y aún sosteniendo mi mano, la acercó a su boca, posando un delicado beso en ella, cerrando los ojos por un instante. Sorprendida y buscando una respuesta lógica para lo sucedido, traté de aferrarme a él, ya que no pretendía alejarme de él, no por esa noche. Haló mi mano hacia su cuerpo, para que así nuestros corazones estuvieran mucho más cerca, para que nuestras palpitaciones se sincronizaran como si fueran un solo ser. Rodeándome con los brazos y dirigiendo su boca a mi oído, se despidió entre susurros, calurosos abrazos y un beso en la mejilla. No hice nada para detenerlo, simplemente me quedé allí, viendo como se alejaba de mí, perdiéndose entre la gente, dejandome el corazón nuevamente vacío.

Comentarios

Entradas populares