Amor en la estación.

Una ciudad, miles de personas, un cierto grupo de gente tratando de sobresalir entre la multitud y entre ellas tú. Tú, en algún lugar de aquella ciudad, caluroso como una tarde de sábado, alegre como un pequeño niño a la espera de su helado favorito, y yo, distante y fría como el amanecer, detallando cada centímetro de tu rostro, al otro lado de la calle, dispersa en mis pensamientos, tratando de que tus ojos retrataran mi silueta, tratando de que notaras mi existencia.
Un sitio reducido, la estación, el tren, tus ojos, distraidos por el paisaje que se divisaba en la ventana cerca del asiento donde estabas, sonriendo al mirar aquel mensaje que acababa de llegar a tu celular. Parecía magía la forma en la que unas simples palabras podían dibujar esa bella sonrisa que me llamó tanto la atención. Me dejaste paralizada, asombrada, sin respiración y con una sensación muy extraña en el pecho. Fue el minuto más largo de mi vida, como si tú fueras la respuesta a todas mis preguntas, como aquel letrero de salida que con anhelo buscaba, como si el destino o alguna señal divina me mostrara que tú eras el indicado para mi bienestar mental y sentimental. 
Tu mirada, fija en la mia, una sonrisa, mi corazón palpitando a mil, mis manos,  temblorosas por aquel efecto secundario que generó tu mirada pintorezca, tu sonrisa coqueta y un pequeño suspiro saliendo de mi boca, teniendo como fin llegar a la tuya, sin pena, sin miedo, enfrentando cualquier temor a lo desconocido o a lo conocido, que en cuyo caso sería el complemento de mi vida con la tuya. No se que pasaba por tu mente ni por la mia, cada vez que por casualidad nuestros ojos se encontraban casi deseandose, buscandose entre los cuerpos que nos rodeaban, haciendo que vernos fuera lo más emocionante del momento, del día. Una mirada, dos, tres, y a la cuarta ya estaba decidida de hacer aquel momento inmortal y al sonreirte y que sonrieras de vuelta, una canción sonó en mi mente, casi instantanea, como una reproducción automática esperando el momento indicado para ambientar el lugar y aquel encuentro tan raro pero a la vez extraordinario. Aquello generó una paz infinita en mi interior, una calma en mi corazón y confianza en mí misma, felicidad efímera le llaman. 
Una parada, el tren, una estación, gente saliendo y entrando al mismo tiempo, afanadas por el tiempo, estresadas por la vida, y yo, tratando de verte y de que me vieras por vez última, tratando de generar un bonito recuerdo en tí, espero haberlo logrado. Uno, dos, tres pasos, me alejo de aquel escenario donde eras el protagonista y yo simplemente una espectadora intentando cambiar su destino. Mi parada, aquella ventana donde se divisaba tu rostro, el tren en movimiento, mis ojos buscando los tuyos, tu sonrisa generando una en mí, como un adiós, despertando a la realidad.

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