Maldita y adorada soledad.

 


En un intento desesperado por encontrar la plenitud del ser físico, he de encontrarme con grandes anécdotas que me han enseñado para bien como comportarme frente a un grupo social. He de recalcar que no es para nada de mi agrado el crear esta personalidad tan adyacente de mi. Es más bien un repudio hacia lo conocido por otros y aceptado por muchos de manera resignada. El esconderme tras esas cortinas de humo que ha creado sin distinción alguna mi cerebro, hacen que me sienta total y asquerosamente vacía. Pero también debo aceptar que ese rincón oscuro donde por las noches me siento a meditar sobre las acciones premeditadas y tomadas durante el día, hace que me auto analice y llegue a la conclusión de que tal vez todo lo que soy es un invento de alguien externo a mi, haciéndome pensar que soy un producto más del mercado al que ahora llamamos mundo. Es esa necesidad de mostrar quien eres pero a la vez retraerte de muchas otras cosas que te agradan en gran medida. Es como si vivieras encerrado en un cuarto donde no llega la luz del sol y hay un gran espejo frente a ti. Pero sabes que no es un simple espejo, si no más bien esa pequeña ventana donde observan cada movimiento, cada palabra, cada gesto. Y sin chistar ya te sientes juzgado, señalado y muchas veces humillado. ¿Por qué se es tan difícil abrirte a ese mundo de posibilidades? Con certeza diré que el miedo muchas veces te amarra, te sacude pero no de la manera que quisieras, si no de una manera bastante aterradora, escalofriante. Te empuja hacia el piso y te sientes miserable. Y de tantas veces que tu rostro choca contra el pavimento, prefieres no pararte más y empiezas a acostumbrarte a ese frio. Te retractas de ser quien eres y la miseria se vuelve un poco hermosa, tu fiel compañera. La noche cae y ni te percatas que en el cielo hay una constelación, esperando a que alces la vista y te inspires nuevamente en los atardeceres, aún sabiendo que tienen una connotación bastante deprimente. Tus días se vuelven de un tono grisáceo y hasta los días más hermosos, no salen de esa gama de colores. Todo pierde el sentido, te cuestionas si alguna vez lo tuvo y recaes. Recaes en ese pozo oscuro, sucio. Donde sabes que puede ser la ultima vez que intentes salir. El agobio vuelve. La ansiedad se comporta como una constante, te hace pensar que nunca se fue, te dejas consumir y simplemente te vas, sin rumbo, sin esperanzas, sin un lugar al cual llegar, porque sabes que ayer dejaste todo atrás, por un arrebato de querer cambiar. Miles de preguntas nublan tu juicio, "es el fin" repites una y otra vez. Recordar se vuelve un lujo que detestas, puesto que no todo tiempo pasado fue mejor. La emoción abandona tu cuerpo y solo sientes desesperación y rabia, porque prometiste no volver, ser más fuerte y afrontar todo lo que venga. Pero te mentiste de la peor manera que hubieras podido hacer. Te engañas, te auto saboteas imaginado una realidad alterna a la tuya, donde todos los días son azul carmesí, donde las nubes son de algodón dulce y la luna de queso. Todo era falso. Y al caer esa cuarta pared, lo único que encuentras es melancolía. Entiendes cada una de las palabras recitadas en ese triste poema que hallaste en la clase de literatura. Todo cambia, todo se transforma. La comida se vuelve insípida. Las nauseas no se van por más medicamento que tragues. Lo único tolerable es el agua y los cigarrillos. El llenar tus pulmones de nicotina te relaja, muy efímero el soltar, así que decides seguir fumando. "Una calada y tus problemas se esfuman como el humo" piensas. Otro auto sabotaje. Pasan los días y se vuelven solo eso, días que se repiten. Días que duelen. Días que marcan. Maldices la soledad, pero sabes que nunca te abandonará, por más que se intente, siempre serán más los fallidos.

Comentarios

  1. Una compañera incondicional, fiel y fría, te espera en cada esquina y te lleva hasta su abrigo ese oscuro y ajado, como un libro viejo perdido en la penumbra, te enseña el camino a su interior, ¡es un mundo vacío! canta a gritos, ella no te escoje, te elige, como suya sin que puedas rechazarla; por qué cuando más rodeado estás de compañía la vida te muestrque no hay nadie más fiel que ella.
    Tus palabras son es sentir del alma pura, un gran saludo.
    Detrás del cielo un corazón recíproco.
    Kristof.

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