El vicio está en verte.

Iba rogando al cielo que la vida me sonriera hoy más que nunca, lo necesitaba, pero no en sentido moribundo casi nauseabundo, sino más bien porque necesitaba que el universo estuviera de mi lado, convenciendo al destino que éste día debía ser diferente. Al principio pensaba que había empezado tan normal que sentía que me hundía en la monotonía, pero hoy no. Hoy tenía que ser diferente, lo quería, lo necesitaba y lo presentía. El clima era agradable, soleado, viento ligero, mientras a lo lejos se podía escuchar el canto de las aves y respirar el dulce aroma de las flores. "Todo va bien" se repetía una y otra vez en mi cabeza mientras dejaba que los rayos del sol alimentaran mi alma.
Un lugar sin importancia, allí me encontraba, fingiendo tener todo bajo control cuando la verdad me moría del susto y de los nervios. El trabajo aveces se puede tornar un poco estresante. Me senté en una silla cualquiera, no es que la hubiera escogido por alguna razón concreta, simplemente quería tener un espacio libre para poder leer aquél libro de poesía mexicana que había empezado hace una semana.

"-¿Por qué olvidarlo inconstante?
¿por qué si tierno me adora?"

Unas simples frases, se volvían cada vez más complejas a medida que trataba de buscarle algún significado, tratando de descifrar qué quería decir el autor en ese fragmento; Olvidarlo inconstante, olvidarlo inconstante, olvidarlo inconstante... Su rostro apareció en mis pensamientos, sonriendo, con sus ojos brillantes como si la Luna viviera en sus pupilas. Lo notaba tan feliz, despreocupado de la vida, como si nada lo hubiera herido, como si hubiera encontrado un nuevo amor. Suspiré. Pero no un suspiro de enamoramiento, más bien un suspiro donde se escapaba un poco de mi para ir corriendo hacía él. Me sentía débil, vulnerable. Necesitaba verlo.

No me había percatado que habían llegado más personas a ese lugar, rodeándome, pero metidos en su mundo, lo cual hacia más fácil recuperarme y entrar nuevamente a la realidad. Levanté la cabeza, mi mirada se chocó con la de un hombre, de unos 22 años supongo. No le puse mucha importancia, "Es solo un chico más" pensé. Me coloqué los audífonos, respiré hondo y cerré los ojos, quería disfrutar ese instante. Empezó  la necesidad de querer abrir los ojos, sentí la mirada fija de alguien en mí, y debía saber quién era. así que lo más lento que pude dejé que mi mente se familiarizara nuevamente con lo que ocurría a mi alrededor. Encontré al culpable de mi inseguridad cuando no tenía vista. La misma persona, pero ésta vez su mirada era totalmente diferente, mostraba la curiosidad que yo le causaba. Le sostuve la mirada, fue el minuto más largo de mi vida, pero el más extraño. Vi su mundo, vi la vida desde su perspectiva, vi como su interior brillaba como una estrella, vi luz, vi felicidad.

Que confuso era todo.

Aparté la vista y me aleje un poco, pero en mí nacía algo, como una necesidad de querer ver eso que me mostraron sus ojos nuevamente. Me senté en otro lugar pero siempre teniendo bajo mi campo de visión a esa peculiar persona. Sonreía, susurraba, volvía a sonreír. Observaba alegremente su celular, me causó curiosidad su reacción, ¿De qué se estará riendo? no podía dejar de verlo. ¿Qué piensa? ¿Quién es? Tercer choque de miradas. ¿Es esto magia? Una nuble blanca rodeaba su ser, haciendo que los demás desaparecieran y solo quedara él. Seguía confundida. Su mirada irradiaba ¿Locura? ¿Ternura?¿Confusión? Seguía sin poder descifrarlo. Sonreía. Sonreí. Esa angustia de querer saber más de él hacia que quisiera verlo cada vez más y más, quería mirarlo, quería observar cada centrimetro de ese ser que se asomaba en la ventana de sus expresivos ojos color café. Sentía que algo corria en mi pecho, aceleraba mi corazón y dilataba mis pupilas. ¿Por qué no podía apartar la vista de él? ¿por qué con solo mirarlo ya llenaba mis pensamientos con un montón de preguntas que seguramente el las respondería?

Era tan enviciador verlo. Alguien me llama. Desperté.

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